Las canciones que Nino Bravo nunca grabó

Luis Manuel y Nino Bravo son dos personas diferentes enfundadas en una misma piel. Dos caras de una moneda con un mismo canto.
Dos intereses, dos formas de ver la vida, dos maneras de cantar, una interior y otra exterior, quizá dos personalidades, y, desde luego, un mismo corazón.
Todos conocemos las canciones de Nino Bravo.
Hoy vamos a conocer otras canciones. Unos temas que no podemos encontrarlos en los «hit-parade». Canciones con unos arreglos muy particulares. Sólo el incansable golpear del pulso. Las canciones de la vida. De su vida.

Pero expliquemos «eso» de «canción». Hay canciones que se cantan, que se graban o que sirven para amenizar un afeitado mañanero. Y existen otras «canciones». Esas pequeñas cosas que todos llevamos dentro. Esas simpatías, sentimientos y algún rencor que otro, que algunas veces no salen al exterior. 
   Son esas «canciones» las que vamos a tratar de «cantar» ahora. De tratar de conocer un poco más a Nino a través de ellas.
   Las facilidades han sido todas. Sin escatimar nada. Y nada más claro que sus propias palabras:
   -La gente no me conoce. Mucha tiene una idea falsa de mí. Y en muchos casos esto me ha dolido. Quiero que me conozcan. Así podrán juzgarme con criterio.
   Y a eso vamos.

LAS CANCIONES DE AYER
El camino de Nino Bravo ha sido difícil. Una dura ascensión hasta la cumbre en que ahora se encuentra. No ha sido un éxito encontrado por azar ni regalado en mano. Ha sido un trabajo duro y día a día. Una larga canción. Pero, ¿cuál ha sido exactamente? ¿En qué punto se encuentra? ¿Por qué estrofa va cantando?
   -Toda persona tiene dos caminos. Dos canciones. La exterior y la interior. Con respecto a la primera, la «estrofa» está en un «crescendo» muy grande. Mi popularidad va en aumento y no puedo quejarme. La canción es bonita. Pero en ese camino interior, aún lo estoy comenzando. No llevo apenas nada recorrido. Digamos que aún está en la apertura de orquesta. Ahora es cuando empiezan a adivinarse los compases.
   Nos extrañamos. Pensábamos que los dos caminos irían parejos. La curiosidad nos hace preguntar cúal ha sido la complicación de esta partitura. Nos confiesa un trauma psicológico bastante grande. Y nos lo explica:
   -No es que yo haya cambiado. Ha sido la gente la que ha cambiado con respecto a mí. El éxito me ha cogido un poco desprevenido. Toda esa carrera de grabaciones, entrevistas, adaptaciones al medio en que todo se desenvolvía, la gira agotadora por Sudamérica y muchas más cosas de alrededor, me han perdido de mí mismo. Ahora empiezo a encontrarme de nuevo. A saber dónde piso y a dónde voy. Digamos que Nino Bravo se ha encontrado de nuevo con Luis Manuel.
   -Entonces, ahora, ¿cuál es la diferencia entre el Nino Bravo que empezó y el que en estos momentos tengo delante?
   -Ahora sí puedo decir que soy el mismo de antes. Como persona. Ahora es cuando puedo asegurar que los sentimientos son los mismos. En una canción escuché una frase que me gustó: «He encontrado a Dios en los hombres de buena voluntad». Yo también he encontrado a Dios y a mí mismo en los hombres de buena voluntad. Digamos que tengo los sentimientos de hace cinco años, pero con la solera y la madurez que me ha dado todo este tiempo. Con sus experiencias buenas y malas.
   Hay canciones que pasan de moda. Canciones que en una cierta época se cantan y después se olvidan. O se desechan por incompatibles con uno mismo. Nino Bravo también tiene la suya. 
   -Sí, efectivamente. Ha sido la brusquedad, el mal genio, la agresividad muchas veces. He tenido en ocasiones que tragármelo y no decir nada. Poco a poco me he acostumbrado a ni siquiera experimentarlo exteriormente. Son gajes del oficio a los que hay que acomodarse. Además, después comprendí que, en una gran mayoría de las veces, mi mal genio o mi brusquedad estaban totalmente injustificados. Que el pataleo era ridículo.

CANCIONES DE HOY
Ya una vez escribí que Nino Bravo cuando habla pesa las palabras. No tiene prisa por contestar. Es tranquilo, con esa intranquilidad -valga la redundancia- de contestar lo justo y bien.
Si está hablando por obligación o está hablando a gusto, no se nota. Prefiero inclinarme por lo segundo. Con esto quiero decir que, a pesar de algunas opiniones que difieren de la mía, Nino Bravo me parece, ante todo, un profesional. Un profesional de los pies a la cabeza. Y no es por alabarle. Nos conocemos y sabe que siempre me gustan los puntos sobre las «íes».
   Y sigo preguntando. Las «canciones» de hoy. Las «canciones» de ahora mismo. De su presente.
   -Dentro de tus canciones, ¿cuál es la palabra que con más gusto cantas?
   -Bueno, todas tienen su importancia. En muchas ocasiones dependen de las que tengan alrededor. Del contexto en que vayan. ¿Escoger una? Quizá, «libertad». Es una palabra de la que adoro el contenido. Lo que lleva detrás de ella. Y es un sueño humano que muy pocas veces se realiza. Sí, es ésta la palabra.
Se queda serio. Como pensando lo que ha dicho.
La última vez que estuve con Nino fue a su llegada de Brasil, del Festival de Río. Y ya entonces me dio la misma impresión. Le ví sólido. No sé si me explico. Le ví seguro del terreno en que pisa. Ya no es el gigante de barro blando del principio. Es consciente de que un resbalón puede dar por tierra todo su esfuerzo. Por eso no los regatea. Su cabeza da la impresión de estar siempre trabajando. En un constante pensar. De pensar en él, en su trabajo o en su mujer e hija, que tiene al lado.
   -¿Cuál es tu canción ahora?
   -Una con un estribillo muy monótono. Muy monótono, pero importante. Encierra todo. El resumen es muy sencillo: trabajo. Un trabajo de consolidar el pasado y asegurar el futuro. El trabajo de todo hombre.
   -¿Y cuáles son los acordes de esa canción?
   -¡Huy! Unos acordes muy viejos. Unos acordes muy usados, pero, contrariamente, bastante difíciles de dominar. La ejecución es realmente difícil, pero es el único camino: voluntad, tesón, constancia y fe en uno mismo. Son unos acordes que empecé a usar desde el principio y aún no he desechado. Pobre de mí el día que los arrincone.
   Pobre de él y pobre de cualquiera. Es la vieja canción. Pero aún no se ha inventado otra que sea mejor. 

CANCIONES DE MAÑANA

   «No temas a la noche ni al olvido, que tras la sombra un nuevo día brillará resplandeciente, y en la espada rota del héroe caído se forjará el mañana del valiente». 

Desde luego, la espada de Nino Bravo no está rota. No se trata del héroe que nos narra Shakespeare en los versos de arriba. Sin embargo, por todo lo que nos lleva diciendo, bien podíamos meterle dentro de la metáfora. Se ha caído el gigante de lodo del principio. Se ha caído de su pedestal de días y éxitos inesperados. Del éxito fulgurante por el que tanto trabajó. Y se ha caído para dar paso a ese «…mañana del valiente». Valiente y poderoso. Detrás quedan las noches y el olvido. Delante, los días resplandecientes. Y un montón de canciones.

Después de tanto cantar. De tantos «aclarados» de garganta y tantas horas acompañado de un micrófono -sin contar aquellas en las que ni siquiera lo tenía-, después de tantos kilómetros, jalonados y medidos en canciones: después de todo esto… ¿cuál es la canción de Nino Bravo? ¿Cómo serían las palabras de «su» canción?
   -Desde luego, una que hable de la vida. Una en la que expondría mi punto de vista y mi criterio sobre la sociedad en que nos desenvolvemos y sobre la gente con la que nos toca vivir. Sería una canción demasiado extensa. Además, en una nunca se podría decir todo. Cada una es el eslabón que lleva a la siguiente.
   -Hemos estado hablando de las canciones que tú cantas. Pero, ¿qué han cantado las canciones de ti? ¿Qué es lo que te han dado? ¿Qué las agradeces? Porque habrá «algo», claro…
   -Por supuesto. Hay muchas cosas. Gracias a la canción me he realizado en muchas facetas. Me he realizado como hombre en una gran medida, soy popular y hay algunas personas que me quieren y otras que no me pueden ver. Además, durante este tiempo me he realizado también como marido, esposo y padre. Punto muy importante y que, sobre todo, me ha hecho muy feliz y me ayudó a encontrar mi equilibrio.
   -¿Y ahora?
   -Ahora, a mantener todo esto. A luchar por mantenerlo. Eso, por lo menos. Lo interesante será intentar mejorarlo.
Nino Bravo nunca ha sido ambicioso. Tomando la palabra «ambicioso» en el sentido peyorativo de la misma. Cuando me cuenta todo esto de mejorar y superarse, mira de reojo a su hijita, que juega en su cuello con un muñeco. Lo pasea por la cabeza de su padre y sonríe. Y Nino, también. Le veo feliz. Feliz y satisfecho. Con una satisfacción que nace de un esfuerzo diario. De sus cuerdas vocales y de su profesionalidad. Y de su sonrisa. De una sonrisa que, como él mismo dice, no hay que despilfarrar, pero tampoco amarrarla. Me cuenta que se cree serio. Quizá demasiado. Y no me lo creo. Al menos, conmigo siempre ha sido amable. Y cuando sonríe o se ríe de algo, esa sonrisa o esa risa le nacen del corazón. Es sincera y franca. No es la sonrisa de circunstancias o de compromiso. No la vende cara, simplemente la ofrece con la sinceridad por delante.

CANCIONES PARA LUIS MANUEL
Hemos visto las canciones de Nino Bravo. Canciones de una persona que podemos ver a menudo en un cartel o escucharle por la radio. De una persona que es tal cuando se pone delante de un «micro» o de un periodista. Vamos a ver las canciones que hay detrás de todo eso. Las canciones que existen en el alma de esa persona que vemos en los carteles o escuchamos en la radio. De la persona que durante cuarenta minutos acaricia un «micro» o se enfunda los cascos para grabar. Las canciones, en otras palabras, de Luis Manuel.
   -Luis Manuel, ¿cuál es esa «canción», de las que se han escrito sobre ti, que menos te ha gustado, que más daño te ha hecho?
   -Desde luego, a Nino Bravo apenas ha habido cosas que le hicieron daño, pero como persona, como Luis Manuel, existen algunas. Por ejemplo, en una ocasión, por coincidencia del lugar donde vivía, me colocaron la noticia de que era un drogadicto. Según los periódicos, estaba en la cárcel. Y yo me enteré de ello cuando estaba grabando un programa de Televisión de aquello de «Pasaporte a Dublín». Como puedes comprender, mis amigos y mis padres tuvieron un disgusto por una falsa noticia, pero son cosas que no puedes evitar. Respecto a lo que se ha dicho de mí profesionalmente, es algo así como que soy un cantante prefabricado. ¡Por favor!, que pasé mucha hambre y muchos malos ratos antes de hacerme escuchar y respetar. No comprendo por qué se escriben esas cosas sin antes cerciorarse de lo que se escribe.
   -¿Y la «canción» que más te ha gustado?
   -También hay varias. Quizá que comprendan que soy un profesional. Aunque la gente no tiene, en general, una idea exacta de cómo soy. Tengo fama de antipático y un poco pedante. Me gustaría que me conocieran. Tengo muchos defectos, pero no son precisamente ésos. No obstante, las cosas buenas y malas son bien recibidas si sobre ellas se puede construir.
   -Entonces, y de una vez por todas, ¿cuál es la diferencia entre Nino Bravo y Luis Manuel? Preguntando con arreglo al guión: ¿cuál es la «canción» que canta uno y no el otro?
   -¿Humanamente?
   -Por supuesto.
   -Ninguna. La única diferencia es el nombre. Uno es Nino Bravo y el otro Luis Manuel. Fuera de esta diferencia meramente ortográfica, no existe ninguna.
   Está claro. Como lo está que el triunfo no se le ha subido a la cabeza. Sigue siendo el chico que empezó hace algunos años a cantar. Y sigue cantando. 

CANCIONES PARA EL RECUERDO
Y vamos con la última parte de este imaginario «long-play». Esas canciones que no tienen edad ni un tiempo preciso. Las canciones que siempre se escuchan y siempre gustan. Las canciones del recuerdo. Las canciones que se aconsejan en determinados momentos. En determinadas circunstancias. Y así:
   -¿Qué «canción» aconsejarías tú, el Nino Bravo de hoy día, al Nino Bravo que empezó hace ya algún tiempo?
   -Sí. Que caminara siempre por la carretera principal. Que se dejara de caminos de tercer orden que no llevan a ningún sitio importante y, además, hacen perder tiempo. Que todo aquello que haga, escriba o diga, lo haga con la idea de poder responder mañana de todo ello. Que lo haga con valentía y honradez. Con sinceridad. Y, sobre todo, que no se asuste de los baches. Si los sabe tomar, ayudan a superarte. A ser mejor y más fuerte.
   -Para terminar, Nino, ¿cuál es la canción de tu recuerdo?
   -Hay muchas, porque hay muchos momentos agradables que recordar. Si me pides una en especial, la canción de mi boda. Mi matrimonio, mi mujer y mi hija. Es la canción de la felicidad como hombre. Si a esto añadimos que soy feliz como artista, la felicidad es completa.


A MODO Y MANERA DE EPÍLOGO

En resumen: Nino Bravo -o Luis Manuel, como prefieran-, un hombre feliz. Creo que como punto final nada es mejor ni más redondo. Ni más difícil de poder afirmar. Ni más codiciado. Ni, ni, ni…

Creo que se lo merece. Me imagino que ustedes también. Han sido unos años duros para llegar. Y otros no menos duros para mantenerse. Y para seguir subiendo. Una felicidad que llegó por el camino del trabajo y del superarse. Una felicidad que sale al exterior en forma de sonrisa. Aunque algunos opinen lo contrario. Opinión que se basa en un desconocimiento. Su música puede gustar o no. Esa es otra cuestión. Pero lo que no se le puede negar es un trabajo día a día. Y unas cualidades.
Nino Bravo, un hombre feliz. O Luis Manuel. Como ustedes prefieran.